miércoles, 31 de diciembre de 2008

1

Teodoro R. Darnott, al escribir estas memorias me inspira el deseo de que sean publicadas. También que copias de estas memorias sean entregadas a las siguientes personas:

A mi hija Ana Cecilia Darnott López.
Valentín Santana, colectivo social la piedrita 23 de Enero Caracas.
Gerencia o presidencia de Monte Ávila, Editores Caracas.
.



Muslim Teodoro Rafael Darnott (Abdullah)

2

3




Bismilahi Rahmani Rahim
En el nombre de Alah el clemente y misericordioso.



Dedicatoria

A, Alah, mi Dios Todopoderoso. A la memoria de mis padres Ana Cecilia Darnott Vera y Antonio García. A mi querida hija Ana Cecilia Darnautt López. A la UMMA Islámica Mundial y en especial a todos los Musulmanes Latinoamericanos. Al pueblo Wayuu. Al pueblo Venezolano. A América Latina y al mundo; con todo mi amor les dedico esta obra como un aporte al proceso revolucionario y libertario de los oprimidos del mundo.
Insha Alah sirva para iluminar un nuevo y más glorioso destino.



Muslim Muyahid Abdul-lah
(Teodoro Darnott)

4


Mi Testimonio



Mi Testimonio



Nací el 18/04/55, en ciudad Bolívar, Distrito Eres de el Estado Bolívar, en Venezuela. Hijo natural de Ana Cecilia Darnautt Vera y Antonio García, Mi madre una campesina que huía de la agresividad domestica en su primer matrimonio. Salvajismo que como una maldición ancestral, continuaría viviendo con su segundo conyugue y que hizo de mi, un hijo de la violencia y de la calle, a una temprana edad.

Creo, ¿que? en la formación de este delincuente que he sido, han contribuido varios factores de tipo familiar, social y cultural. Mis padres fueron, personas muy trabajadoras y honradas a toda prueba. Dos problemas, afectaban a la familia: la violencia y la inestabilidad.

Reconozco que desde niño, nací con la rebeldía y el mal metidos en mi cuerpo. Era el dolor de cabeza de mis padres.

Mi madre tenía muchas veces que mantenerme atado con una cadena y un candado en mi pie. Estando muy pequeño me fugue dos veces.

Para los vecinos, era un diablito. Arrebata el sombrero de los mayores y me lo llevaba corriendo. Pegaba colillas con goma de mascar en los zapatos de los borrachos, para quemarle los callos y luego verlos saltar y maldecir. Golpeaba los clavos en la cabeza para luego huir. Hacia mil diabluras.

Cuando los mayores me echaban mano, me torturaban retorciéndome las orejas, golpeándome la cabeza todo lo que querían. Tenía mucho odio y tendencias homicidas. Torturaba insectos un día tome un gato y trate de matarlo en oculto. Teniendo apenas, unos diez años, con un arma de pescar intente matar a mi padre. Por esta razón me vi obligado a huir de la casa, y a partir, desde ese día me convertí en un niño de la calle, un delincuente infantil.

5



Mi vida transcurrió en las calles. Dormir en la tierra y tener como techo las estrellas. Trate de acercarme a la familia por parte de madre. Luisa Elena Darnott, una de mis medias hermanas, me dijo, no tengo hermanos negros. Era un niño cuando recibí aquella dura respuesta. Desde aquel día consideraría mi sangre de negro como una maldición que me negaba la posibilidad de tener una familia. Jamás me reconocieron como tal, ni pudieron perdonarme el gravísimo pecado de haber nacido con sangre negra.
Desde la infancia viví condenado a la soledad, a la sobrevivencia en las selvas de cemento de Venezuela. Muy niño, conocí los calabozos, tanto en la policía de Maturín como en la de Ciudad Bolívar. Me ponían junto con los delincuentes adultos para que me violaran. De niño ya era solicitado y un huido. Como adolescente, fui ladrón y cobrador de peaje en los cerros de Caracas. Conocí la droga y el licor. A los dieciséis años no sabia que hacer con la vida. Estaba cansado de la calle. No tenia donde ir; era un joven sin familia a quien acudir. Parado en medio de la gran capital, rodeado por multitudes y sumido en la más grande y espantosa de las soledades.
El Ejército era una salvación, me presente por primera vez y no me recibieron por la poca edad. Mi vida era la de un Juan parao sin tener ningún destino. En enero de 1.972, me volví a presentar y en esta oportunidad mentí sobre la edad para que me aceptaran. Recuerdo que el medico no quería aprobarme por causa de mi contextura y edad. Decía que no aguantaría. Le conté mi situación, cualquier cosa para mi no seria peor que la calle. Fue un alivio para mi verme bañado y vestido de uniforme, rumbo a un lugar donde dormir en cama y comer caliente. No importa cuanto tuviera que sufrir, allí estaría mejor.
Mi conducta en el ejército fue mala. Casi dos años después fui lanzado a la calle. Me había acostumbrado al uniforme pero no presentaba ningún cambio de conducta. Era un delincuente institunacionalizado. Trabaje en la policía del Estado Monagas. Y me case con Maria Elena López. Luego trabaje en la policía de Anzoátegui y Aragua, en todas partes observe mala conducta. Hice un curso de detective privado bajo la matricula 260671-C del instituto de policía científica Simón Bolívar.
Este curso lo abandone, renuncie a la policía de Aragua, para trabajar en Caracas como investigador privado. Al poco tiempo me mude a esa ciudad con

6


Mi esposa Maria Elena y mi hija Ana Cecilia, llegamos a vivir en el helicoide en calidad de familia damnificada. En Caracas, sin titulo alguno logre colocarme al servicio de las mejores agencias de seguridad e investigaciones. Clave uno de Ángel Urueña Almolda; Cinco cero de Vidal Castro, Sicoin de José de Jesús Navarro Dona, GPS, grupo profesional de seguridad de José Gabriel Lugo Lugo, antigua I.C.I. Investigaciones Comerciales e Industriales de Luis posada Carriles; también trabaje en Correproca, una empresa de escolta adscrita a la división 33, custodia de personalidades de la DISIP. Logre entrenarme en la mejor academia de artes marciales del momento, la de Marcelo Planchar, ubicada en la Urb., las Mercedes. En fuerte tiuna me entrene en tiro al blanco.
Mi nueva vida seguía siendo la un hombre pobre, pero había mejorado notablemente. Todos mis estudios eran por medios autodidácticos. Cuanto ganaba lo votaba en los bares de la Av. Nueva Granada. Mientras mi pobre esposa trabajaba como dependiente en una tienda, para soportar el gasto del hogar. En muchas oportunidades pasaba frente a la casa llevando otras mujeres en la parrilla de mi moto. Con inmenso dolor hoy tengo que confesar haber repetido en ella la violencia, heredada del carácter de mi padre. Hasta las mismas palabras usadas por mi padre contra mi preciosa hija. Un día le di un golpe a Maria Elena y le desprendí el pabellón de la oreja la cual casi pierde. La lleve a una clínica privada donde para no denunciarme el medico me cobro muy caro; luego abandone a mi esposa y a mi hija. Lo hice porque reconocí en mí un hombre malo y temí hacerles un daño mayor. Así se lo confesé a mi esposa. Las amaba, mas no confiaba en mí, ¿Cómo podía hacerles promesas de cambios que no seria capaz de cumplir?
Me fui del hogar abandonándolas a su suerte. Tome un bus para la ciudad de Maracaibo sin siquiera conocer a alguien en esa ciudad. El primer lugar donde dormí fue en el Paseo ciencia, en la cede principal del M.I.R. Movimiento de Izquierda Revolucionaria; trabaje para la agencia de detectives privados de Manuel Felipe Moreno, también con el detective Carlos Omar Arenas, con quien me unió una gran amistad, mas que un amigo fue como un hermano. Los compañeros de trabajo me consiguieron alojamiento en la casa de Antonia Gómez en el barrio Carabobo al sur de la ciudad, allí conocí a Maribel Atencio Rivas.

7


No me enamore de ella por el recuerdo de mi esposa, solo la necesitaba, pero sus padres se opusieron a esta relación por lo que no me quedo más que robármela. Como con consecuencia de esto pague catorce días preso por un tribunal, pues ella tenia tan solo quince años de edad. Cuando salí en libertad fui y la volví a robar. La familia me la volvieron a quitar, esta vez después de darme una buena paliza.
Solo y despechado me aventure por los barrios de la periferia, bebiendo en cada bar que conseguía en mi camino. Así llegue a un barrio Wayuu donde se veían hermosos chinchorros colgados en las lumas (enramadas), mujeres vistiendo mantas de vistosos colores. En mi sentí el misterioso llamado de esta raza, la invitación a vivir la cultura.

Mi vida con el pueblo Wayuu

El día de mi llegada al barrio indígena unos malandros trataron de robarme y una familia Wayuu me defendieron. En agradecimiento les brinde unas cajas de cervezas. Pasamos varios días bebiendo. Cuando se me acabo el dinero, echamos manos al chirrinchi. (Bebida hecha de panela fermentada que hacen los Wayuu). Dormía en un chinchorro al aire libre. En las noches asistíamos a la Yonna, danza al son de la Kasha (tambora Wayuu). En poco tiempo fui absorbido por la cultura Wayuu y poseído por los espíritus de los Yoluja (espíritus de los indios muertos). La danza y el sonido de la Kasha junto con los vapores del chirrinche, encendían mi sangre. Sentía como una extraña fuerza que me impulsaba hacia el ruedo, donde se desafiaban los danzadores. Aprendí a danzar la Yonna y a hablar el Wayuunaiki, idioma Wayuu. Para completar mí estancia en medio de este pueblo me uní a una mujer Wayuu mestiza y nos mudamos a vivir a una invasión de tierra llamada Etnia Guajira. Seria aquí en esta donde me convertiría en el comandante insurgente Teodoro. Trabajaría y lucharía por crear un Movimiento Guerrillero Indígena. El M.G.L.N. Movimiento Guaicaipuro por la Liberación Nacional.